Cataluña aísla a niños del resto de España en aulas de «acogida» como si fueran extranjeros
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La libertad lingüística es una palabra que ha quedado obsoleta en Cataluña, aplastada por una dictadura que no respeta ni el derecho de los niños a recibir al menos un 25% de clases en español. Un apartheid educativo cuyo rostro más siniestro son las llamadas «aulas de acogida» en las que se aíslan a los niños españoles que no hablan catalán como si fueran extranjeros, «da igual que sean de Murcia o de Marruecos», según denuncian en este reportaje de Cake Minuesa los representantes de asociaciones y partidos que exigen que los valores constitucionales se respeten en las aulas catalanas.
En estas «aulas de acogida» a los niños españoles que no hablan catalán se lo pone «junto a niños que vienen de Marruecos, China o Europa del Este para inmersionarlo en catalán, perdiéndose otras clases importantes, sólo porque el objetivo es que hablen catalán lo antes posible», denuncia Ana Losada, de la Asamblea por una Escuela Bilingüe en Cataluña.
«En estas aulas de acogida se muestra que lo que quiere el independentismo es que todos los niños sean formados de forma uniforme. ¿A qué llaman integración, a la obligación de imponer el catalán? Es un nacionalismo segregador», explica Ángela Herrero, de Sociedad Civil Catalana. La discriminación intolerable que sufren esos niños la resume Abel Sevilla de S’hacabat: «Han llegado a dejar a niños de 5 años solos en clase, por exigir el castellano».
Las aulas de acogida no acogen a nadie, sino que son un mecanismo que tiene el independentismo de separar a los niños que no hablan catalán para que sólo estudien el idioma, apartados en un aula, que va con más retraso en la enseñanza normal, ya que se dedican al idioma con chinos, marroquíes y demás extranjeros y ahí es donde ubican a los castellanoparlantes de cualquier parte de España.
Como si fueran extranjeros en Cataluña, les llaman nouvinguts, una condena y castigo a todo aquel niño que no hable catalán como los separatistas exigen a todos los niños.
Cataluña ha cambiado desde la sentencia a favor de un niño de 5 años en Canet que despertó el odio del independentismo hacia una criatura inocente y su familia. «Se ha mostrado el totalitarismo que hay en la escuela catalana y eso es intolerable y despótico», afirma José Domingo de Impulso Ciudadano.
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